lunes, 18 de abril de 2011

Bajo la lluvia

Mi despedida de la moto ha sido como toda la semana, un cúmulo de emociones.

La he dejado en el centro de mi colección, cubierta con una manta como las demás, hibernando en verano y desafiando el orden natural de las cosas. Quizás mañana si deja de llover iré a hacerle una visita mas y la arroparé como merece.

Esta tarde he ido a por mi billete, el que tantas aventuras me ha deparado. Todo estaba en orden, lo he pagado y ya se que el jueves a las 06:50 empezará oficialmente mi aventura, aunque estos días previos hayan sido tan aventura o más que la que voy a vivir desde el jueves.

Al salir de la agencia de viajes el cielo decidió darle su despedida particular a mi moto también. Una tormenta con bastante aparato eléctrico descargó un aguacero sobre mi justo cuando estaba empezando lo que será mi ultimo paseo en moto durante una larga temporada. Durante el viaje el aguacero se volvió opaco por momentos, apenas veía de la cantidad de agua que caía y todo mi cuerpo menos lo que estaba debajo de la cazadora y del casco estaba tan empapado como si fuese haciendo enduro por las fosas marianas.

He descubierto que los motoristas no le importan lo más mínimo a los conductores de coches y camiones. Como conductor que soy también reconozco que excepto por ser generoso con las distancias, nunca me había puesto tanto en la piel de un motero como hoy. En 15 kilómetros escasos hasta 2 coches y un camión han pasado a toda leche una balsa de agua para dejarme totalmente calado. Y gracias que solo fue eso, imaginaos lo que es que os caiga una ola de un metro y medio yendo a 90 km/h en todo el pecho

Pese a todo eso, pese a la tormenta, pese al diluvio y a tener que volver a casa sentado en una toalla porque no podía estar mas empapado, pese a todo... sonreía.

Es extraña esa sensación de ir sobre dos ruedas por una carretera, tiene algo que lo diferencia de cualquier otra sensación. Una libertad que es difícil de conseguir de ningún otro modo. Por eso mismo cuando me crucé al camión en el puente supe que aquella iba a ser mi gran ola... Y la cogí. Atravesé el muro de agua a 80 km/h dejando una estela tras de mi y grité como un poseído mientras lo hacía. Era mi segunda vez bajo una lluvia tan intensa, pero a diferencia de la ocasión anterior, esta fue mágica. Me sentía vivo. Y feliz de estarlo.

I'm a rider of the storm baby!



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