lunes, 18 de abril de 2011

Tres tristes tigres, digo... días.

Tere hommikust!

Hoy será uno de los últimos días viviendo con el horario americano. Me he despertado hace apenas media hora y mientras me tomo ese primer café del día que hará que mi cuerpo se ponga en marcha aprovecho para compartir cuatro pensamientos con este blog.

Anoche tuve una agradable visita que me llevó a no acostarme hasta las 4 AM pese a que mi estado no era el mejor. Unos rooibos, mucha charla, planes futuros e incluso este blog fueron los temas de una conversación que fue el prototipo de lo que mas echaré de menos en Estonia. Espero hacer amigos allí también y poder tener este tipo de conversaciones, pero por buenas que sean se que obviamente no serán lo mismo. Mas de 20 años de amistad no se sustituyen fácilmente y los vínculos creados, las cosas que no hace falta explicar, el profundo conocimiento de lo que ha sido mi vida los últimos años, con sus bajadas y subidas, hacen mucho mas fácil llegar a un nivel de entendimiento que se que en Estonia no tendré en bastante tiempo.

Es casi mediodía del lunes, dentro de 3 días a esta hora estaré en Helsinki buscando algo para picar antes de coger el vuelo que me dejará en Tallinn, mi destino final. Al mirar a mi alrededor solo veo caos y no tengo muy claro aun como podré trasladar todas estas cosas antes de ese día. Siempre me pasa lo mismo, a todos los niveles además, el dejar atrás una parte de mi vida me cuesta enormemente y siempre dejo cosas por hacer hasta el último minuto, probablemente para tener algo sobre lo que pensar relacionado con lo que ha sido mi vida hasta este momento en vez de  tenerlo todo listo y solo mirar hacia delante, asomarme al abismo.

Hasta cierto punto supongo que es como un cabo de seguridad, un salvavidas que logra que no pierda el equilibrio antes de saltar al vacío. Pero es hora de recogerlo todo y prepararme para ese salto. Ha llegado la hora.

Esta tarde aparcaré mi moto en lo que será su hogar hasta que yo no vuelva y con ese acto cerraré otro episodio de mi vida reciente. De como una moto consiguió darme un poco de libertad.

Parece mentira que algo tan simple como una moto pueda cambiarte la vida de alguna manera. Cuando forcé mi despido y recibí la indemnización correspondiente lo primero que hice fue comprarme una pequeña moto de 125 c.c. Jamás he sido un hombre de motos - pese a tener varias - y me resultaba difícil imaginarme a mi mismo paseando con mi moto en vez de hacer cualquier otra cosa que se pudiese hacer en casa. Esa moto cambió totalmente mi punto de vista sobre las cosas. Esa moto fue la primera que consiguió que saliese a la calle sin ningún motivo aparente para hacerlo. Simplemente por el hecho de pasear, ese era un motivo suficiente. Durante estos casi dos años me ha dado tiempo para reflexionar sobre cosas que suelo posponer, me ha hecho volver a disfrutar de paisajes que se que ahora echaré de menos. Me ha hecho valorar los días soleados e incluso me ha hecho ver las carreteras desde otro punto de vista. Hoy haré mi último viaje en ella y se que este verano pensaré en muchas ocasiones lo bueno que habría sido tenerla conmigo y recorrer los bosques estonios, sin prisa y sin destino concreto, simplemente por el placer de hacerlo.

Estoy a tres días de hacer efectivos un montón de sueños y todavía me queda mas de medio piso por vaciar.

A ello voy.

Un pequeño recordatorio a otra de esas cosas que me dolerá dejar atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario