sábado, 16 de abril de 2011

El pulpo

Buenas tardes

Supongo que esta tarde y a estas horas nadie va a leer esto hasta mañana como pronto, puesto que todo el país está suspirando por que empiece ya el enésimo partido del siglo y el primero de un par de semanas repletas de partidos del siglo. ¿No debería ser solo uno el partido del siglo? ¿Es posible que haya 4 partidos del siglo en 15 días? Si no me equivoco ya ha habido uno esta temporada, mas cuatro mas ahora serán 5 solo este año. Un siglo tiene 100 años con lo cual ¿podría llegar a haber 500 partidos del siglo? Perdonadme los futboleros,  sabéis que hay pocas cosas que me interesen menos que el fútbol del cual solo me gustan los pro evolution.
Pero dejemos de divagar, el motivo de este post es que hoy al mediodía he hecho lo que probablemente será el último homenaje, hasta mi vuelta al menos, a uno de esos platos que mas sensaciones nos provoca a los gallegos, especialmente a los lucenses. El pulpo a feira.

El placer de comerse un buen pulpo es comparable a muy pocos placeres de esta vida y yo lo he hecho hoy.

Hoy al mediodía, mientras sufría interminables "noticiarios" deportivos, veía como mi primo cortaba un hermoso pulpo de Laxe con tijeras de hierro, como mandan los cánones, y casi se me saltan las lágrimas de la emoción. Una pareja de pulpos en la tele decidiendo quien ganará ese famoso Madrid - Barça mientras uno de sus mejores ejemplares -estoy seguro de que trabajaba como modelo en sus ratos libres- era descuartizado a tijeretazos sobre una fuente. Eran demasiadas sensaciones juntas para poder asimilarlas y por si fuera poco, los feroces rugidos de mi estómago no me permitían escuchar nada mas que las frases que contuviesen la palabra pulpo.

El protagonista de nuestra historia de hoy, el pulpo modelo, o mejor dicho, el modelo-pulpo -que no es lo mismo - estaría feliz de comprobar la inmensa cara de felicidad que provocó su muerte. Haría su último gran show nadando por las aguas hirvientes, enseñándonos su precioso color entre óxido y púrpura. Una Esther Williams del mundo octópodo se mostraba ante nosotros rodeada de unos no menos hermosos cachelos haciendo  de cuerpo de baile. Pura belleza fue la imagen de sus largos tentáculos formando caracolillos sobre el maravilloso aceite de un color verde dorado -hojiblanca en mi variedad preferida para el pulpo- teñido de un rojo intenso del pimentón de la vera.
Sus rodajas de carne prieta - tal y como se intuía al ver las hechuras de este ejemplar- formaban un milhojas de gloria pura. Mientras tanto los simples pero siempre efectivos cachelos repetían una y otra vez la mítica escena de flashdance, tirándose el aceite teñido por sus lomos en un espectáculo casi erótico.
Creo que una imagen vale mas que mil palabras.






Descanse en paz querido pulpo. Sin duda  has hecho felices a 5 personas. Te echaré de menos en el báltico.


Nota para los foráneos, que me consta que los hay: Los cachelos son patatas cocidas, gallegas si es posible.

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