miércoles, 13 de abril de 2011

Una semana

En este mismo instante, dentro de 8 días estaré recogiendo mis maletas de una cinta.
A medida que la fecha se acerca los miedos crecen, nada insuperable, pero los nervios ante semejante cambio siempre están ahí. Me pregunto si seré capaz de cumplir todas las promesas que me he hecho a mi mismo.

Con esta aventura, además de lo obvio, que es irme a trabajar, me he propuesto una serie de cosas que he ido dejando pasar día a día desde que mi reloj se paró, hará unos 3 años y medio. Algunas de esas cosas incluso llevan mas tiempo rondando la cabeza, pero son un gran especialista en boicotear cualquier tipo de actividad que pueda suponer un cambio a mejor en mi vida y de ahí también la existencia de este blog, viéndolas por escrito, leyendo a diario lo que yo mismo escribo, espero no encontrar la manera de "olvidar" las promesas que me hago.

Entre estas promesas las hay de toda índole, relacionadas con mi salud y nula actividad física, con mi sociabilidad, que se ha reducido drásticamente, con mi búsqueda incesante de la comodidad física y mental y mi capacidad de apartar y acumular mis problemas en un rincón en vez de hacerles frente y solucionarlos. Supongo que es un plan integral para volver a nacer.

Los niños están nueve meses en el vientre materno preparándose para su nacimiento y luego se pasan los primeros años de su vida aprendiendo a vivir en este mundo y sobre todo aprendiendo a vivir en esta loca sociedad que hemos creado entre todos, buscando sus roles, su espacio. Pues resulta que yo he descubierto que todo esto es posible revertirlo, se puede volver a un estado previo, donde ni tus roles estén asignados ni tampoco seas capaz de seguir el ritmo de la sociedad. ¿Os imagináis que pasaría si por perder un tren pasaseis a una dimensión paralela de la que quizás se pueda salir o quizás no? Parece una escena de Harry Potter y esa estación de tren paralela que hay en King's Cross, pero el caso es que en la vida real esa estación también existe y no es tan fácil salir de ella como en dicha historia.

Otro de esos curiosos efectos de la era de Internet es que perfectamente puedes vivir fuera de la sociedad y a la vez ser incluso un líder en ella. Eso si, el coste emocional de eso es mucho mas difícil de pagar que una hipoteca. Hasta donde yo se al menos no hay ningún trabajo en el que paguen en lo que quiera que se necesite para pagar esa deuda emocional de la que hablo y que desde luego no es dinero.

Vivir de esta forma es como construir un palacio sin cimientos, puede ser precioso, refulgente, que al primer desastre no quedará piedra sobre piedra. Y esto es lo que principalmente pienso hacer en Estonia, cavar bien hondo y hacer unos pilares tan sólidos como sea posible para poder afrontar lo que me queda de vida con ciertas garantías de que no se desmoronará como un castillo de naipes otra vez.

Hace muchos años hice una dieta y perdí muchísimos kilos (todos y cada uno han vuelto a mi como si fueran las piezas del T-1000, el enemigo de terminator en terminator 2) y todos los médicos que me trataban y gran parte de mis amistades se sorprendieron con mi fuerza de voluntad. Me pregunto si todavía sigue ahí porque sin duda voy a necesitarla en un futuro muy próximo. Serán muchas cosas a las que renuncie y muchas mas aún a las que me deba adaptar, sin duda todas ellas por mi bien, pero ninguna de ellas se van a materializar sin una cantidad enorme de esfuerzo. Espero ser lo suficientemente fuerte para conseguirlo.

Por si acaso me he puesto alguna que otra trampa a mi mismo en el camino, conozco mis debilidades y se que hay muchas cosas que no haré por mi mismo, ni siquiera por gente a la que quiero, pero he introducido en este plan vital una incógnita a la ecuación que no podré ignorar. Dos preciosos niños pequeños con los que compartiré mi vida de ahora en adelante. Quizás no haga nada por mi, quizás ignore los consejos de la gente que me quiere, pero no me creo capaz de ignorar a dos críos que son totalmente dependientes. Nadie en su sano juicio puede ser tan cabrón. Ellos serán los que me mantengan centrado en mi objetivo.

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