domingo, 17 de abril de 2011

In my time of dying

Buenas noches.

Hace ya muchos años, muchos mas de los que me gustaría reconocer, estaba yo en Ribadeo.
Era verano y hacía calor, cosa sorprendente en Ribadeo. Así que tras un día de playa de esos de los que hay realmente pocos en agosto salimos a hacer nuestra ronda habitual. En aquellos años el gayoso todavía estaba abierto y era de largo el bar mas fascinante del pueblo. Gente bien se mezclaban con gente de otro estatus que les miraba de soslayo, tomando notas mentales de las últimas tendencias de la moda en la capital o en el peor de los casos culpándoles de todos los males del pueblo.

Para mi era un ejercicio apasionante el escuchar trozos de conversaciones sueltas, donde mientras unos podían contar que tal les había ido el curso de verano en Inglaterra, otros comentaban alegremente el haber pescado una robaliza de mas de dos kilos cerca de la Illa Pancha.

Toda esta mezcla de personalidades no podría darse de ninguna de las maneras si no fuese por la infinita paciencia de Manolo y sobre todo por sus famosos corales y ribeiros a precios irrisorios.

Una de esas noches yo no estaba particularmente bien y el ribeiro hizo estragos en mi. Algún día contaré esa historia aquí, pero tras una noche terrible llegó una mañana aún peor. Tenía clases en Lugo a las 10 de la mañana, lo que implicaba que debía coger el bus de las 7:30 y bueno, a esa hora mi sangre estaba todavía demasiado diluida, así que según llegué a la rampa que estaba pegada a la iglesia mi cuerpo dijo basta. Deje salir lo poco que me quedaba dentro y me volví a la cama buscando la excusa mas tonta posible.

Me fui a Lugo en el bus de las 13:00 h escuchando el Physical Graffitti en mis walkman.

Una y otra vez resonó esa batería en mis maltrechas neuronas durante ese viaje.

Hoy me la he puesto para recordar y porque estoy igualito que aquel día.




Arropaos bien.

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