miércoles, 13 de abril de 2011

Conversaciones con un notario

Este es un añadido a la entrada anterior en este blog, un despiste provocado por el cansancio supongo, o por tener demasiadas cosas en la cabeza estos días.
Como ya os comenté antes la de hoy ha sido una mañana burocrática y de papeleo. Tengo que resolver mi declaración de hacienda antes de irme y además, al ser un pequeño terrateniente en ciernes, fui a hacer un poder notarial para mi madre, para que disponga de lo mio sin tener que enviar burofaxes o tener que venir si surge algo.
Para eso fuimos a un notario, que es el único que puede hacer tal cosa. Los notarios son una especie aparte que merecen un análisis mas profundo, quizás otro día me anime a hacerlo, pero hoy solo os contaré mi experiencia de hoy, que ha sido cuando menos curiosa.
Debido a mi reciente operación y dado que aun llevo 22 puntos adornando mi pierna aprovecho el tiempo primaveral para llevar pantalones cortos. Hoy en concreto de Michigan State. Mi madre como no, sabiendo que íbamos a ver al señor notario me preguntó como se me ocurría tal desfachatez. No es que yo tuviese la mas mínima intención de cambiarme, pero al entrar al despacho del notario, ver a todo el mundo de traje y yo con pinta de haber rodado un vídeo de rap 20 minutos antes, de alguna manera me sentí culpable.

Acto primero:

Entramos al despacho de su "ayudante" al que resulta que mi madre conocía y nos pasamos allí unos 40 minutos mientras hablaban de sus cosas y de unas teorías la mar de curiosas sobre el futuro de las nuevas generaciones de niños, que según este hombre deberían sin duda hacer carreras técnicas para poder autoemplearse, facturar y no trabajar para nadie. Como teoría es estupenda, pero supongo que el no vive el mismo mundo que el resto de los ciudadanos de a pie. "Tener una nomina es solo perder dinero". (Ayudante dixit)
Después de una apasionante charla sobre la situación del país, las empresas y la banca (desde otro punto de vista claro está) al fin acabó del documento que estaba haciendo, 40 minutos para rellenar un modelo ya hecho con mi nombre y DNI. ¿Quien quiere una nómina pudiendo hacer eso?

Acto segundo:

El notario entra en escena. Perdón, el señor notario.
Un hombre de unos 40 años si llega, vestido con un traje caro gris perla, camisa blanca con su nombre bordado en el bolsillo, corbata roja y estrecha y zapatos probablemente hechos a medida. Todo un gentelman.Manda levantarse a su ayudante que se volatiliza del despacho al mas puro estilo Houdini y el toma su asiento. Me mira, mira el poder notarial, me vuelve a mirar y dice: "Esto será rapidito"
A continuación suelta una retahíla interminable de las facultades que da ese poder con respecto a la gestión de mis bienes, sin duda aprendida durante ese simpático proceso llamado concurso-oposición y por el que consiguió un trabajo que envidio de una manera bastante insana. 2 minutos de reloj, mirándome fijamente a los ojos y hablando sin pensar. Hago una broma que o no entiende o directamente ignora y me dice: " Firma ahí"
Firmo, firma el y se va.
Nuevamente el aprendiz de Houdini aparece de la nada, a estas horas de la noche aun pienso si estaría escondido en la papelera o algo.

Acto tercero o el surrealismo español:

Cuando pensaba que ya se había acabado el paripé de visitar al señor notario fué cuando llego la parte donde dejé de entender nada y empecé a pensar que todo era un sueño.
Metieron mis papeles en un sobre, me lo entregaron y mi madre se disponía a sacar la cartera del bolso para pagar. Llegue a contar 400€ en su mano, aunque al no tener ni idea de los precios de un notario este pueda que no sea un dato relevante. En esto que el hombre dijo, ¿te acuerdas de mi hija? Temí la respuesta pese a conocerla, así que me preparé para lo peor. El hombre nos hizo levantar y pasar detrás de su mesa. Movió un poco el ratón y apareció una barra de herramientas minimizada donde estaba un windows media player en pausa. Presionó play. Y apareció una simpática niña, de unos 12 años, cabalgando sobre la yegua mas bonita que yo haya visto (habré visto 3 o 4 en mi vida) en un concurso hípico. Tras 25 minutos de concurso hípico gracias a los cuales, ademas de la vida y milagros de la niña en cuestión, aprendí cosas como que al saltar tu amortiguación se encuentra en los tobillos y no en las rodillas, que para hacer concursos hípicos es recomendable trabajar los abductores tanto como sea posible, que los caballos de competición deben montarse todos los días y que una buena yegua como aquella no es "demasiado cara", puesto que apenas pasa de los 20.000€ mas el mantenimiento diario y algún otro dato interesante si algún dia decido dar un cambio aún mas radical a mi vida y en vez de irme a Estonia me dedico a la hípica.
Tras unas cuantas sonrisas falsas aprendidas y practicadas hasta la saciedad para quitarme de encima a la gente que solicitaba favores que no podía hacer en mis largos años como recaudador conseguí que entendiera que todo aquello, ademas de no interesarme lo mas mínimo, me estaba empezando a causar un trauma, así que me entregó el sobre, me estrechó la mano y nos acompañó hacia la salida.
Mi madre volvió a preguntar por el importe de la gestión.
La respuesta fue: "Nada mujer, esto no ha sido nada"

Todavía me pregunto cuanto valen 2 minutos de trabajo de un notario.

Y también cuanto vale algo mas de una hora de mi tiempo cuando las horas que me quedan en España ya las puede contar un niño de menos de 6 años.

2 comentarios:

  1. Recuerdo tu comentario: "un gaditano haciendo pulpo a la gallega...." y yo acuñaré..."un gallego con arte!" xD

    ResponderEliminar